¿Por qué no logramos lo que nos proponemos? Los hábitos base: la clave de las personas productivas
Hay un dicho que habla sobre nuestra percepción de lo que somos capaces de hacer en un día, y nuestra percepción de lo que somos capaces de hacer en 1 año. Concretamente, dice así: Sobrevaloramos lo que podemos hacer en un día e infravaloramos lo que podemos hacer en un año.
Y si esto lo extrapolamos, podríamos decir que: Sobrevaloramos lo que podemos hacer en un año e infravaloramos lo que podemos hacer en 10. Efectivamente, este es uno de los tantos motivos por los que la mayoría de las personas fracasan en el cumplimiento de sus promesas de nuevo año.
Llegamos al final de año con la amarga sensación de no haber conseguido todo lo que nos propusimos y, a la vez, pensamos que, de alguna forma y por algún hecho que, aun en ese momento desconocemos, en el nuevo año que está a punto de comenzar, vamos a conseguir lo que no conseguimos el pasado, y sellamos esa promesa con brindis y risas.
No contentos con quedarnos sólo con eso, añadimos muchas cosas más. Y esto, como ya estarás pensando, se repite una y otra vez a lo largo de nuestra vida. Y es por eso por lo que ese dicho que comenté al principio, tiene tanta razón.
Analicemos por partes, y de forma algo más profunda esta situación. Cuando estás muy motivado para comenzar algo, tienes la sensación de que jamás vas a decaer (por eso los gimnasios funcionan tan bien, pagamos todo el año y vamos, con suerte, un mes). Comienzas con muchísima fuerza sin tener en cuenta que:
- No estás “habituado” a hacer eso, con lo cual, el que aparezcan los pensamientos que te inciten a dejarlo está asegurado.
- No has analizado el beneficio real que te va a aportar el conseguirlo y cuánto te motiva.
Si indagamos sobre el primer punto, el no estar habituado, el que aun no sea un hábito en nuestra vida, lo hace desconocido para nuestro cuerpo, para nuestra forma de funcionar. Podemos decir que, inconscientemente, no es un entorno seguro para nosotros.
Por lo que nuestro cerebro, en su estado más primitivo y de supervivencia, va a utilizar todas las herramientas posibles habidas y por haber, para que procrastines y no hagamos ese cambio.
Y tiene todo el sentido (primitivamente hablando…), ya que si algo es desconocido puede suponer un peligro, y su función es mantenernos alejados de esos posibles peligros y con vida y, para ello, nada mejor que quedarse con lo que ya conoce y sabe manejar, aunque, ciertamente, no sea lo mejor para nosotros.
¿Cuáles son esas herramientas que utiliza para que procrastines?
Su herramienta TOP: Los pensamientos. Podríamos decir que, si encuadramos los tipos de pensamientos más utilizados para que procrastines, tenemos 5 categorías de pensamientos.
- Perfeccionismo: No es el momento, me faltan recursos para empezar. Y aquí se nos plantea por delante eso que llaman la tiranía del cuándo: cuando tenga esto o aquello, cuando me sienta mejor, cuando tenga más confianza, cuando tenga más ganas, cuando, cuando, cuando… y así, nunca es el momento perfecto y, efectivamente, el momento perfecto, sencillamente, no existe. Posible solución: Aceptar la incertidumbre, entender que todo es incierto y que el cambio es la única variable constante en la vida, además de que, el momento perfecto, como ya te he comentado, no existe. Entender que, como dicen, lo perfecto puede ser enemigo de lo bueno.
- Postergación: Mañana empiezo, o el lunes, o el día 1, o el mes que viene, o el año que viene. Siempre vamos a tener “cosas mejores que hacer” y vamos a ir dejando pasar el tiempo para no ponernos manos a la obra con eso que queremos cambiar. Posible solución: Partirlo en trozos, igual se te hace demasiado grande ver ese nuevo hábito en toda su amplitud. Busca la forma de dividirlo en varias fases y ponerte una fecha límite.
- Pereza: Hoy estoy demasiado cansado o hoy no tengo ganas. No significa que no podamos tener un día agotador en el que, realmente, necesitemos más descanso y “no podamos” hacer lo que sea que queremos hacer. Significa darse cuenta de que cuando quieres empezar algo nuevo, vas a tener que hacer un sobreesfuerzo para conseguir que tu cuerpo, tu mente, se habitúe a ese nuevo YO que estás consiguiendo. Posible solución: Planificación consciente. Hazle hueco a ese nuevo hábito en tu calendario, entiende qué efectos puede tener en ti tanto física como mentalmente y permítete espacios para recargar la energía suficiente que te permita sacarlo adelante hasta que se convierta en un hábito más en tu vida.
- Teoría de la autoverificación: Tampoco estás tan mal así o, realmente no es tan necesario. La teoría de la verificación dice que las personas, generalmente, nos sentimos más cómodas con un tratamiento que es familiar y consistente con nuestros puntos de vista. Si yo no hago nada por mejorar, tengo que creerme que ya estoy bien, así como estoy, para no entrar en un conflicto interno. Muchas veces se usa esto como justificación para no mejorar y, así, no sentirnos mal por ello y, quizás tengas razón, y no estés tan mal así, pero seguro que podrías estar mejor con eso que quieres incluir en tu vida y, el querer estar mejor, ya genera un sentimiento de felicidad y de poder sobre nuestra vida. Posible solución: Tener claro que conformarse con lo mediocre es un desperdicio de lo mejor de ti.
- Síndrome del Impostor: Es demasiado difícil, no voy a poder con esto, no sirvo, no seré capaz de conseguirlo. Probablemente sea cierto que nos parezca difícil, las cosas interesantes se tornan difíciles de conseguir, y eso, en lugar de frustrarnos, debería ser retador para nosotros.
Puede ser que sea realmente difícil al principio, que el primer paso nos cueste mucho darlo porque exista mucha incertidumbre, que no veamos del todo claro el camino completo, pero así comienzan todos los caminos que aun no han sido transitados. La buena noticia es que, muy probablemente una vez que comiences y que empieces a rodar, te des cuenta de que parecía muchísimo más complicado de lo que realmente era y, muy probablemente, también te preguntes ¿por qué no habré empezado antes?
Posible solución: Ponerte en marcha con todos tus miedos e incertidumbres, no esperar a que se vayan y buscar cuál es ese primer paso que podrías dar para que te confirme que sí que puedes, que te de los resultados que necesitas para que generes la confianza necesaria para seguir adelante con los siguientes y, poco a poco, consigas ver el camino completo a la cima a la que te diriges.
Si nos vamos al segundo punto que te comenté al comienzo del artículo, éste tiene mucho que ver con la motivación y con cómo la manejamos. Imagina que te levantas con un nivel de motivación que, del 0 al 10, puntúas con un 8. Empiezas el día de maravilla, con muchas ganas de hacer muchas cosas y de empezar tus nuevos retos.
A lo largo del día pasan cosas:
- Discusiones con la familia, el jefe, los clientes…
- Malas noticias.
- Cansancio.
- Pensamientos saboteadores.
Cuando llega la noche, tu nivel de motivación ha bajado hasta, pongamos, un 2. Entonces, te acuestas con esa energía bajita y, cuando te levantas de nuevo ¡Sorpresa! Sigues con una motivación por los suelos, igual has recargado algo mientras dormías, has subido a un 3 o, con suerte, un 4. Pero si esto se repite en el tiempo, tu nivel de motivación para conseguir esos nuevos retos va a descender tanto que ni te acordarás de ellos y dejarás de insistir.
¿Qué solución podemos darle a esto?
Recargar el tanque de la motivación. Siempre que comienzo a trabajar con un cliente, ya sea que quiera emprender un nuevo negocio, un proyecto nuevo dentro de su empresa, o que, “simplemente” quiere hacer un cambio de hábitos a nivel personal, les cuento lo siguiente: Es importante que, antes de acostarte, te recuerdes qué es eso que vas a conseguir, qué beneficio o beneficios le va a aportar a tu vida, a tu entorno, a tu carrera profesional, a tu negocio.
Piensa en todos y cada uno de los beneficios como si ya los tuvieses antes de acostarte. Probablemente, si haces esto, tu nivel de motivación, por la mañana, estará renovado, puede que incluso llegue al 9, ¡o al 10! Si, además, cada mañana, también te recuerdas qué es eso que vas a conseguir y cómo vas a hacerlo, las dosis de motivación aumenten cada vez más.
Es normal que al principio no te acuerdes de hacer estos rituales, en definitiva, se trata de nuevos hábitos a incorporar en tu rutina para conseguir el resto. Yo los llamo, los hábitos base. Y para conseguirlos, es importante buscarnos las formas de acordarnos. Puedes utilizar las alarmas del móvil, por ejemplo.
Porque la motivación no se trata de tener ganas, sino de tener motivos, y esos motivos debemos tenerlos muy presentes durante todo este proceso hasta que conseguimos llegar a nuestras metas para que nos ayuden con las dificultades y los obstáculos del camino.
Una vez que trabajes estos dos puntos a tener en cuenta cuando quieras comenzar un cambio de hábitos en tu vida, el camino puede que no sea más fácil, pero de seguro, será más agradable y motivador.
Más información:
Si quieres aprender más sobre este tema, te invitamos a participar en el Curso de «Desarrolla buenos hábitos para ser productivo», que organizamos periódicamente en el Instituto de Estudios Cajasol.
Sobre la autora:
Lola Domínguez
www.loladominguez.com
@loladominguezmera