Netflix: el verdugo del superhéroe clásico
Cuando en 1986 el reconocido guionista Frank Miller asumió el reto de crear una nueva versión de un justiciero algo maltratado por el paso del tiempo, supo reflejar precisamente esa caída y ascenso del héroe que los lectores necesitaban y, con su Daredevil:Born Again, logró resucitar con éxito al postergado Matt Murdock.
La plataforma Netflix, con una gran capacidad para saber qué demanda el público actual -que se refleja en sus más de 75 millones de usuarios-, ha sabido captar la esencia de Miller y de otros exitosos innovadores del mundo del cómic para incorporarlo a la experiencia audiovisual. Desde abril de 2015 la entidad con sede en Los Gatos (California), ha estrenado ya tres series diferentes en las que se desarrollan las vidas de justicieros que rompen con lo que habitualmente su creador Marvel había mostrado en la gran pantalla. Estas tres series van mucho más allá en el aspecto social y reflejan los problemas, necesidades y dilemas propios del tiempo en el que viven. La audiencia ha dado un salto cualitativo y ya no se conforma con héroes planos que siguen un canon de perfección moral -y que nada se corresponde con la manera de actuar de la sociedad del siglo XXI-.
Precisamente, Daredevil fue el primero de estos personajes en aparecer en el catálogo de la empresa estadounidense que nació como videoclub online y que hoy es precursora no solo de hábitos de consumo, sino también en la creación de contenido. En esta versión del conocido como «hombre sin miedo» -que bebe mucho de las páginas del Born Again-, se muestra al abogado ciego de «La cocina del infierno» más callejero, imperfecto e incluso humano que nunca. Esta forma de presentarlo, entronca con ese protagonista incompleto que cada vez más aparece en televisión. En la serie es constante la sensación de falta de justicia, extrapolable a cualquier lugar del mundo y de la que en que en España se sabe mucho. De hecho, recientemente, la mediática Jueza Alaya se pronunciaba sobre ella al afirmar que existe «una justicia para los poderosos y otra para los que no lo son»; Daredevil representa a esa segunda justicia, primero como un gran abogado, y segundo dispuesto a sacrificarse ahí donde el sistema no puede llegar.
Esta apuesta de Netflix que busca congeniar con el espectador de hoy, sigue en esta línea con su segunda serie, Jessica Jones. En este caso, con una protagonista femenina que ya supuso una revolución en la visión de la mujer en el mundo del cómic gracias a Brian Bendis y su cómic Alias. La plataforma VOD la ha recuperado para mostrar a esa mujer con defectos, alcohólica, fumadora, sin traje de licra y cuya vida sexual es un caos.
La tercera de las series de justicieros callejeros que se pueden encontrar en Netflix, a la espera del estreno de Iron Fist el próximo mes de marzo, es Luke Cage. Este es quizás el ejemplo más claro la simbiosis entre ficción y realidad. Del mismo modo que cuando surgió en el cómic en 1972 de la mano de Archie Goodwin (cuatro años después de la muerte de Martin Luther King), la serie del héroe negro de piel impenetrable llega en un momento absolutamente convulso para la población negra en EEUU, donde la violencia y los abusos policiales no dejan de crecer.
En conjunto, el pretexto es el de ofrecer contenido con personajes sacados del universo Marvel, pero estas no son exclusivamente series de superhéroes al uso, sino historias complejas con ingredientes más bien propios de productos de género que las hace particulares, ya que no solo son capaces de empujar al binge-watching a los más fieles seguidores de los cómics, sino también al público general. En esto, Netflix, también se puede apuntar el tanto.